La resiliencia es la capacidad para afrontar la
adversidad y lograr adaptarse bien ante las tragedias, los traumas, las amenazas o el estrés severo. Ser
resiliente no significa no sentir malestar, dolor emocional o dificultad ante
las adversidades. La muerte de un ser querido, una enfermedad grave, la pérdida
del trabajo, problemas financiero serios, etc., son sucesos que tienen un gran
impacto en las personas, produciendo una sensación de inseguridad,
incertidumbre y dolor emocional.
Aún así,
las personas logran, por lo general, sobreponerse a esos sucesos y adaptarse
bien a lo largo del tiempo. El camino que lleva a la resiliencia no es un
camino fácil, sino que implica un considerable estrés y malestar emocional, a pesar
del cual las personas sacan la fuerza que les permite seguir con sus vidas
frente la adversidad o la tragedia. Pero, ¿cómo lo hacen?
La resiliencia no es algo que una persona tenga o
no tenga, sino que implica una serie de conductas y formas de pensar que
cualquier persona puede aprender y desarrollar.
Características de las personas resilientes
Las
personas resilientes poseen tres características principales: saben aceptar la
realidad tal y como es; tienen una profunda creencia en que la vida tiene
sentido; y tienen una inquebrantable capacidad para mejorar.
Además,
presentan las siguientes habilidades:
·
Son capaces de identificar de manera precisa las
causas de los problemas para impedir que vuelvan a repetirse en el futuro.
·
Son capaces de controlar sus emociones, sobre todo ante la
adversidad y pueden permanecer centrados en situaciones de crisis.
·
Saben controlar sus impulsos y su conducta en
situaciones de alta presión.
·
Tienen un optimismo realista. Es decir, piensan
que las cosas pueden ir bien, tienen una visión positiva del futuro y piensan
que pueden controlar el curso de sus vidas, pero sin dejarse llevar por la
irrealidad o las fantasías.
·
Se consideran competentes y confían en sus propias
capacidades.
·
Son empáticos. Es decir, tienen una buena
capacidad para leer las emociones de los demás y conectar con ellas.
·
Son capaces de buscar nuevas oportunidades, retos y
relaciones para lograr más éxito y satisfacción en sus vidas.
El modo de pensar de las personas resilientes
Las
percepciones y los pensamientos influyen en el modo como la gente afronta el
estrés y la adversidad.
El estilo de pensamiento de las personas
resilientes se caracteriza por ser realista, exacto y flexible. Cometen menos errores de pensamiento (como la
exageración o sacar conclusiones precipitadamente, sin evidencias que las
corroboren) e interpretan la realidad de un modo más exacto que las personas
menos resilientes.
Los beneficios de la resiliencia
Las
personas más resilientes:
·
Tienen una mejor autoimagen
·
Se critican menos a sí mismas
·
Son más optimistas
·
Afrontan los retos
·
Son más sanas físicamente
·
Tienen más éxito en el trabajo o estudios
· Están más satisfechas con sus relaciones
·
Están menos predispuestas a la depresión
Qué contribuye a que una persona sea más resiliente
· El apoyo emocional es uno de los factores
principales. Tener en tu vida personas que te quieren y te apoyan y en quien
puedes confiar te hace mucho más resiliente que si estás solo.
·
Permitirte sentir emociones intensas sin temerlas ni
huir de ellas, y al mismo tiempo ser capaz de reconocer cuándo necesitas evitar
sentir alguna emoción y centrar tu mente en alguna distracción.
No huir de los problemas sino afrontarlos y buscar
soluciones. Implica ver los problemas como retos que puedes superar y no como
terribles amenazas.
·
Tomarte tiempo para descansar y recuperar fuerzas,
sabiendo lo que puedes exigirte y cuándo debes parar.
·
Confiar tanto en ti mismo como en los demás.
Enseñar resiliencia a los niños ayuda combatir
futuros problemas
Según
explicaba el psicólogo Martin Seligman en una conferencia ofrecida en la
convención nº 117 de la American Psychological Association, en los últimos 50
años los estadounidenses han mejorado su nivel de vida, pero los niveles de
satisfacción y propósito en la vida no han aumentado, sino disminuido. “Esto ha
sido especialmente perjudicial para los niños. Casi el 20% de los jóvenes
experimenta depresión”.
Estos efectos pueden continuar hasta la edad adulta
causando diversos problemas, como insatisfacción laboral, muerte precoz,
problemas de salud, relaciones insatisfactorias y mayores niveles de depresión.
Sin embargo, Seligman explicó que enseñar a los niños
a ser más resilientes, a tener una sensación
de propósito en la escuela y a experimentar más emociones positivas, puede
protegerlos de la depresión, aumentar su satisfacción en la vida y mejorar su
potencial de aprendizaje.
Se
crearon dos programas destinados a enseñar estas habilidades en los colegios:
el Penn Resiliency Program (PRP) y el Positive Psychology program (PPP).
El PRP tenía como objetivo enseñar a los
adolescentes a manejar los estresores y problemas diarios comunes entre
ellos. Este programa promueve el optimismo ayudándoles a pensar de manera más realista y
flexible y les enseña habilidades de resolución de problemas, toma de
decisiones, técnicas de relajación y cómo ser más asertivos.
Seligman
y su equipo revisaron más de 19 estudios que han usado el PRP y encontraron que
aumentaba el optimismo y reducía los síntomas depresivos, la desesperanza y los
niveles de ansiedad.
El
segundo programa, PPP, estaba destinado a que los estudiantes identificaran sus
fortalezas de carácter (amabilidad, coraje, perseverancia, etc.) y las
incorporaran en la vida diaria. Los estudiantes que participaron en este
programa sentían mayor satisfacción e implicación en clase, eran más curiosos
sobre lo que estaban haciendo, les gustaba aprender y eran más creativos.
Además, sus familias los consideraban más asertivos y empáticos, con más auto control y con un mayor deseo de cooperar que los chicos que no participaron
en el programa.
Según Seligman, es importante empezar a enseñar a
los niños a ser más resilientes en los años escolares, para inculcarles el
pensamiento positivo y la resiliencia de manera que puedan
servirles para afrontar retos futuros.
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